lunes, 8 de noviembre de 2010

Cortó el cuello y recogió la sangre con cuidado. Hermosas morcillas saldrían de ella. Empezó el despiece. Iba envolviendo los trozos y guardándolos en la arqueta congeladora. Abrió el cráneo y sacó el cerebro. Grande y jugoso. De las ropas que le había quitado sacó el carnet. Catedrático de antropología. Una mente brillante. Quedaría una suculenta empanada.

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